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El almanaque LAR: una agenda que sobrevivió a los tiempos modernos

El almanaque LAR: una agenda que sobrevivió a los tiempos modernos

El período que existe entre los últimos vestigios de un año que se va y los primeros vástagos que nacen de un nuevo tiempo, es propicio para que un cuantioso grupo de asociados de nuestra Cooperativa visite la Administración de LAR en busca de su calendario. ¿Una necesidad de cada empresa familiar de estructurar y ordenar su período de producción y ocio bajo esta milenaria herramienta de medición del tiempo? ¿O simplemente una cuestión de preferencia, que responde a un tipo de estilo, tamaño y estética tradicional de estos impactantes anuarios?

En épocas donde los celulares y agendas electrónicas gobiernan la humanidad, el calendario impreso en papel se esfuerza por no morir en los cajones del olvido. Como todos los años, ya los primeros días del mes de diciembre de 2022 han expuesto, con demarcada asiduidad, la visita de los asociados y clientes al área Relaciones Institucionales y Comunicación para retirar el calendario 2023. Ringleras inagotables de personas que esperan año tras año contar con un almanaque diferente. Pero ¿a qué responde este tipo de necesidad? ¿Qué hace diferente al almanaque LAR? ¿Es la cultura de nuestros asociados, que trazan los tiempos de producción y no pierden registro ni de las lluvias pensando en un mejor resultado de su trabajo, lo que rige este tipo de preferencia? ¿O la inclinación por estos anuarios se debe al diseño y arte que retratan, siempre cercanos a nuestra historia y entorno? Entendemos desde aquí que es un poco de todo.

La importancia del factor tiempo para la humanidad queda explayada en los conocidos dichos populares “tarde o temprano todo llega” o “no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague”. Sin duda que uno de los inventos de más impacto en la vida de los seres humanos es precisamente la forma de medir el tiempo. Nuestras vidas se rigen, antes que, por cualquier otro factor, por el tiempo. Estamos signados por segundos, minutos, horas, días, semanas, meses y años. Y nosotros, nuestra comunidad, nuestra gente, no escapa a esta cuestión estructural. La mayoría de los socios de LAR, marcados profundamente por una cultura monocrónica que heredamos del mundo occidental, -entendida como una sociedad donde el tiempo está orientado hacia los resultados y la planificación-, solicita el almanaque para organizarse. Esta herramienta de medición, por su diseño y tamaño les permite agendar y planificar cuestiones que se circunscriben dentro de la esfera laboral y también recordar citas privadas, como cumpleaños familiares, citas con médicos de cabecera, entre otras.

La cultura monocrónica está orientada hacia el futuro, hacia la planificación, donde el tiempo es exacto y segmentado. Se entiende que sólo se hace una cosa a la vez y, para evitar las pérdidas de tiempo, se valora mucho disponer de la información y planificación. Los argumentos se basan en cifras, las citas se respetan y se es puntual, tanto al inicio como al término de cada jornada. En definitiva, el compromiso es con la tarea que se realiza. En contraste con la cultura policrónica, que sólo apunta hacia el presente, con una mirada más liviana sobre el factor tiempo.

Más allá de que la intención de esta columna está lejos de querer teorizar sobre cuestiones interculturales de concepciones sobre el tiempo, entendemos la necesidad de plantear esta diferencia para lograr responder los interrogantes que planteamos al principio. Interpretar cómo afecta la administración del tiempo a nuestra gente, a la organización del trabajo e incluso a la forma de relacionarnos. A lo largo de los últimos años, en el mes de diciembre, hemos recolectado opiniones tan diversas como válidas; lo que nos ha permitido repetir esta columna algunas ediciones anteriores, e ir incorporando nuevas apreciaciones de nuestros asociados.  

Los motivos del almanaque LAR se renuevan año tras año. Poemas entrerrianos, pensamientos, paisajes de nuestro entorno, dibujos de artistas locales, el difícil arte de la acuarela, concursos fotográficos; árboles y pájaros de nuestra región, y este año flores nativas de Entre Ríos; una selección que tuvo nuevamente resonante aceptación.

Después de realizar infinidades de consultas a los socios y clientes que se acercaron a buscar su calendario, podemos afirmar que el almanaque LAR funciona como un registro de anotaciones para casi la totalidad de los interesados. “Allí marco todo. Fechas de siembra y de fumigaciones. Milímetros de lluvia. Compra de herbicidas y maquinarias, entre otras cosas”, dice un asociado mientras despliega las diferentes páginas del anuario. La mayoría coincide en que, “como tiene números grandes y un espacio importante entre cada uno de ellos, permite una buena visión y anotar todo lo que uno necesita”, comenta una señora con una sonrisa en el rostro, resumiendo una opinión generalizada. “Todos los años son hermosos. El turno con el médico no se escapa de ahí, como los cumpleaños señalados por los propios nietos. Este almanaque es imprescindible en mi cocina”, aclara otra mujer que se suma a la charla. Existe también la casa amplia, con más de un asociado viviendo en ella, que deciden colocar más de uno. “Así no debemos recorrer toda la casa para saber qué tipo de anotación y registro tenemos para ese día”, afirma una señora convencida de la practicidad de su idea. Otra señora aporta desde la fila: “Necesito uno más. Tengo una hija en Córdoba y me lo pide todos los años”. La cuestión se extiende a toda la familia.

Otro porcentaje de asociados afirma que el calendario de LAR es “el almanaque por excelencia”, que por esa razón vienen hasta la Administración a buscarlo, a diferencia de otros puntos comerciales de la ciudad, donde directamente se los entregan. El sentido de pertenencia hacia la cooperativa también queda reflejado en este tipo de discursos: “Mi padre todos los años me manda a buscar el suyo. Colgar el calendario LAR en la pared del living ya es una tradición para nosotros”. “No puedo venir hasta la cooperativa sin llevarle a mi madre el almanaque LAR. Ella lo espera todos los años”, comentan otras personas en el pasillo.

Transitamos el mes de enero y las paredes de cada hogar se renuevan con estilos y tonos diferentes. El calendario LAR sigue desafiando los tiempos modernos. Una herramienta de medición y planificación por excelencia, para una comunidad que lo reclama como tal.

 

Por Lic. Luciano Mastaglia

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