PEDRO AGUER: “La solidaridad organizada”
La nota pertenece a la nueva sección de Periódico LAR, denominada Protagonistas, cuyo autor es Ricardo Maldonado. En este caso, tiene en Pedro Aguer como su primer protagonista. Su palabra reflexiva y autorizada en años de docencia sobre esta noble materia del cooperativismo como alternativa al liberalismo capitalista de bienestar para unos pocos; nos brinda una base justa y muy clara para orientar nuestro pensamiento y acción. Con él abordamos diferentes aspectos que atañen a los valores y a la vigencia del cooperativismo, como así también a los desafíos que presenta la hora actual para esta alternativa solidaria.
Señalan su enfoque en la presente nota diferentes temas tales como: Democracia, libertad, igualdad, equidad y educación en el cooperativismo y en el mutualismo.
A PROPÓSITO DE LA LIBERTAD EN NUESTRO TIEMPO
Ser libre no es deambular por las calles sin importar lo que hagamos o no hagamos. Ser libre significa compromiso con la sociedad en su conjunto, cuidando el orden colectivo.
El reto de nuestro tiempo, cargado de pálidas que son las secuelas de la dominación imperialista generadora de miseria, hambre, pobreza, contaminación y otras calamidades que embaucan a los mediocres y seducen a los soberbios autoritarios, es hablar más entre nosotros y buscar caminos conducentes al desarrollo social. Porque al imperialismo que avanza con sus políticas devastadoras solo se lo puede resistir mediante la organización de la solidaridad.
LA EDUCACIÓN COOPERATIVA
Hoy el cooperativismo entrerriano, cuna del cooperativismo latinoamericano y del Caribe, desde la ciudad de Paraná, con la Panadería del Pueblo, como lo demostró Ricardo César Bazán, en una minuciosa y profunda investigación, lo que le falta es crear alternativas educacionales que faciliten la puesta en práctica de las leyes con que contamos. Nos falta impulsar la carrera de Licenciatura en Cooperativas y Mutuales, para que los profesionales formados en esta disciplina colaboren en la multiplicación de experiencias estudiantiles y capaciten a los docentes en los temas del cooperativismo y del mutualismo. Los educandos deben asumir con claridad que no se trata de utopía solamente, sino de realizaciones que atestiguan su eficacia en todo el mundo. Donde la educación no es abordada por el Estado, ni por la iniciativa privada capitalista, puede sí la solidaridad organizada hacerse cargo autogestionariamente de tan importante servicio comunitario.
LA EMPRESA COOPERATIVA
Las empresas de la solidaridad cooperativa y mutual son de naturaleza jurídica privada, pero nacieron para planificar el trabajo en función de la emancipación en clara contraposición a la planificación del trabajo para la acumulación explotadora. Debemos tener en cuenta que el trabajo que no libera, esclaviza. Es imprescindible la generación de trabajo para superar la crisis de hoy y para evitar nuevas crisis que a los pueblos no les cuestan solamente dinero sino sobre todo el sacrificio de sus frustraciones sucesivas. Esto debemos tener presente cuando se trata de la recuperación de una empresa por los trabajadores para que no vuelvan a caer en el vacío.
SER COOPERATIVISTA
Porque ser cooperativista y mutualista implica actuar con estos principios inalienables de la convivencia en paz y armonía. Lo esencial de lo logrado corresponde sólo a las entidades; las entidades son las verdaderas hacedoras, por encima de cualquier egocentrismo individualista: en la siembra y en el cultivo de la solidaridad. En ellas nadie es más que nadie, como sostenía Artigas, el padre de los pobres, o siguiendo a Walt Whitman, no se es amo ni sirviente. Dos premisas fundamentales de la dignidad humana.
EN EL PORVENIR
Las cooperativas y mutuales no están para reemplazar al Estado, sino para ayudar a que las revoluciones violentas sean prevenidas con cambios pacíficos para una convivencia en justicia y libertad, sin guerras, sin corrupción y sin las calamidades que son generadas por el odio y la intolerancia, entre los hombres y los pueblos. Un mundo en el que lo importante sea compartir, no competir. Por este derrotero se llega a la emancipación, asociando la educación y la economía en la lucha contra la pobreza, para que la libertad deje de ser un chiste de mal gusto y la justicia social sólo un pretexto útil a la demagogia política. Ya sabemos que es posible destruir el mundo desde la globalización, pero también es posible empezar a cambiarlo desde el terruño.
Por Ricardo Maldonado.